Homilías Dominicales. Domingo 13 de Julio de 2014 – 15 durante el año litúrgico (ciclo “A”) Por Guillermo “Quito” Mariani

Tema (Mt.13,1-9)

Lectura del santo evangelio según san Mateo (13,1-23):
Aquel día, salió Jesús de casa y se sentó junto al lago. Y acudió a él tanta gente que tuvo que subirse a una barca; se sentó, y la gente se quedó de pie en la orilla.
Les habló mucho rato en parábolas: «Salió el sembrador a sembrar. Al sembrar, un poco cayó al borde del camino; vinieron los pájaros y se lo comieron. Otro poco cayó en terreno pedregoso, donde apenas tenía tierra, y, como la tierra no era profunda, brotó en seguida; pero, en cuanto salió el sol, se abrasó y por falta de raíz se secó. Otro poco cayó entre zarzas, que crecieron y lo ahogaron. El resto cayó en tierra buena y dio grano: unos, ciento; otros, sesenta; otros, treinta. El que tenga oídos que oiga.»

Síntesis de la homilía

La semilla de la palabra orientadora de la vida que es la expresión de la voluntad de Dios necesita de la acción humana para dar sus frutos y por eso, de la decisión de volverla fructífera. Hasta tanto llega el respeto del Dios presentado por Jesús, frente a la libertad concedida como característica específica al ser humano. Es evidente que esa Palabra contiene la riqueza de la fecundidad, pero necesita ser complementada por el rendimiento de la tierra

La descripción de mateo corresponde plenamente a los conocimientos de un pueblo de cultura agrícola. Hay caminos que con su dureza no dejan penetrar la semilla.

Son decisiones humanas que se colocan al margen del respeto a la dignidad y derechos de la persona humana. Para ellos es como si ese mensaje no existiera. Las preocupaciones temporales acaban pronto, con avidez de pájaros hambrientos con la semilla desparramada. El terreno pedregoso ofrece espacios de tierra que reciben la semilla que se aloja entre las piedras esperando la fecundidad de la lluvia y así sus brotes aparecen esperanzadores. Pero el calor ardiente del sol las seca porque no tienen raíz. Son las apariencias de religiosidad que adquieren tantas veces formas distintas, sin otro compromiso con el reinado de Dios que el provecho que se puede sacar de los beneficios que se esperan de las ayudas que fomenten sus intereses. Hay también semillas desparramadas entre las plantas espinosas que crecen más rápido y agresivamente que las semillas fructíferas y acaban con su fecundidad. Es el clima cultural, social, o familiar, ensombrecido por discordias, incomprensiones, egoísmos y descalificación de los más débiles, que pisotea y anula toda posibilidad de rendimiento.

Sólo cuando hay buena voluntad a pesar de tener conciencia de las propias debilidades, y decisión generosa de realizarse y lograr felicidad acompañando y respetando la dignidad y derechos de los demás, los frutos varían del 30 al 100 por ciento en la parábola de Jesús y también en nuestra realidad cotidiana.

No siempre nuestros oídos están dispuestos para escuchar el mensaje. Dice el refrán que no hay peor sordo que el que no quiere oír y por eso la advertencia final de la parábola. El que tenga oídos para oír, que se aproveche de esta lección.

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