Homilías Dominicales. Domingo 15 de marzo de 2015 – 4to de Cuaresma Ciclo ”B”. Por Guillermo “Quito” Mariani

Tema (Ju. 3,14-21)

Explicaba Jesús a Nicodemus:  como Moisés en el desierto levantó la serpiente, así ha de ser levantado este hijo de hombre para quien crea en él tenga vida eterna.

Tanto amó Dios al mundo que entregó a su hijo único para que quien crea en él no muera sino que tenga vida para siempre. Dios o envió su hijo al mundo para juzgarlo sino para que el mundo se salve por él.

El que cree en él no es juzgado y el que no cree ya está juzgado porque no cree a su hijo único- El juicio consiste en ue la luz vino al mundo y los hombres prefirieron las tinieblas a la luz. Y esto, porque sus acciones eran malas. Quien obra mal detesta la luz y no se arrima a ella para que no delate sus acciones. en cambio el que obra conforme a la verdad, se acerca a la luz para que se vea claramente que todo lo que hace está de acuerdo a la voluntad de Dios.

 

Síntesis de la homilía

El trozo de Juan es parte del diálogo de Jesús con Nicodemus, un fariseo que concurre a entrevistarse con él de noche para no ser descubierto por sus pares. Refiriéndose a la necesidad de un nuevo nacimiento para construir el reinado de Dios Jesús explica cómo él es el enviado para iniciar ese reinado. Lam primera 9imagen es la de la serpiente levantada en el desierto por Moisés para que se curaran mirándola los mordidos por esos animales. Se compara a sí mismo con esa serpiente, porque será elevado en el tormento de la cruz como el signo de salvación para todos. Porque la voluntad del Padre no es juzgar al mundo sino salvarlo mostrando encamino por la inmolación de Jesús, que conquistó  enemigos en el régimen establecido, tan fuertes en su resistencia que acabaron cobrándose su vida, como precio de su resistencia.

El juicio está acabado cuando la decisión es no seguir las huellas del liberador. No se trata de una condena venida desde fuera, se trata de un haberse apartado del camino prefiriendo otro que trae consigo muchos premios de felicidad egoísta y transitoria.

Hay  una alusión  muy clara a la responsabilidad humana. Aceptar o rechazar la luz.

Quien la rechaza voluntariamente quiere ocultar sus obras porque las reconoce como dañosas. Quien la acepta, la considera como   valoración de su vida y su búsqueda de lo que agrada a Dios y beneficia a los hombres.

La afirmación fundamental y taxativa de este trozo de Juan es que la acción divina no se dirige a juzgar sino a salvar. Y con demasiado frecuencia la actitud oficial de la iglesia  jerárquica se define por la condena y exclusión antes de la comprensión solidaria.

Nuestra historia de relaciones sociales está siempre afectada por acontecimientos y propuestas que enfrentan intereses de unos y de otros. El marxismo identificó este conflicto como lucha de clases, Hoy eso no tiene aplicación, sobre todo, por falta de identificación de las múltiples diferencias e intereses que dividen y enfrentan socialmente.  Pero, en líneas generales  los sectores marginados del consumismo y las grandes ventajas del manejo capitalista, se siguen agrupando bajo la denominación de “pobres” con una cantidad de carencias imposibles de  resumir e identificar para la búsqueda de soluciones, pero que reclaman con urgencia un cambio de sistema.

Un sistema que, en el fondo sea capaz de “destapar” las maniobras ocultas y dañosas a que ha obligado la ambición y la concentración del dinero, exponiéndolas a la luz de la justicia que busque la distribución más equilibrada del beneficio de los bienes de la tierra.

 

 

 

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