Homilías Dominicales. Domingo 29 de noviembre de 2015 – Primero de adviento (ciclo”C”). Por Guillermo “Quito” Mariani

Tema: Lucas 21,25-28

Decía Jesús a sus discípulos: habrá señales en el sol, la luna y las estrellas. Y en la tierra los pueblos serán presa de la angustia y no sabrán a donde ir ante el rugido del mar y la violencia de las olas. Los hombres desfallecerán de miedo ante lo que sobrevendrá al mundo, porque los astros se conmoverán .Entonces se verá al hijo del hombre venir sobre una nube lleno de poder y de gloria. Cuando comience a suceder esto tengan ánimo y levanten sus cabezas porque está por llegarles a liberación. Tengan cuidado de no dejarse aturdir por los excesos, la embriaguez y las preocupaciones de la vida, para que ese día no los tome por sorpresa como una trampa porque así vendrá sobre todos los hombres en toda la tierra.   Estén prevenidos y oren incesantemente para quedar a salvo de lo que va a ocurrir. Así podrán comparecer  ante el hijo del hombre.

 

Síntesis de la homilía

La destrucción de Jerusalén acontecida durante el año 70, por las tropas romanas enviadas por el emperador Tito fue un acontecimiento profundamente impactante para los judíos y el mundo conocido.  Esto no pudo dejar de impresionar muy intensamente a los discípulos de Jesús aunque de alguna manera habían sido preparados por el Maestro, para vivirlo.

Hay que añadir que para el pueblo judío la destrucción de su ciudad santa en la que estaban llamados  a concentrarse “todos los pueblos de a tierra” era un equivalente a un final del mundo. Los escritores de os evangelios, todos ellos testigos de la destrucción del templo y la ciudad como venganza de Roma frente a la indomable rebeldía judía.

No es de extrañar que los evangelistas que vivieron ese acontecimiento lo describieran con tanta exactitud y lo asociaran al anuncio de Jesús referido a la consumación del reinado de Dios frente a la caducidad de los reinos de la tierra. Este es el centro de las palabras que pone Lucas en labios de Jesús cuya seguridad sobre ese final apocalíptico con acontecimientos aterrorizantes, no es absoluta ya que confiesa paladinamente que nadie conoce el cuándo y el cómo, es sólo una descripción ligada a la cantidad que fenómenos engendradores de terror que se acumulan en la historia de la humanidad

Sí está claro, el mensaje que se quiere trasmitir: 1ro):Sepan que llega la liberación. Es decir que, suceda lo que suceda, aunque todo parezca  encaminarse a la destrucción el reinado de Dios se está gestando y llegará a su culminación.

2do) esta seguridad no ha de influir en dejar de vivir vigilantes para aprovechar cualquier oportunidad en que nosotros podamos ser activos constructores de esa liberación que no será irrupción repentina, sino que, como todos los procesos históricos se irá gestando paso a paso.

La curiosidad vence muchas veces como inquietud de averiguación del futuro, la responsabilidad de vivir el presente. Y es esto a lo que estamos abocados. A vivir el presente. A encontrarle y darle sentido al compromiso de vida en medio de todas las variantes e incertidumbres que necesariamente entrecruzan nuestras historias personales y sociales.

Entramos así en el clima del adviento, una evocación de la espera del nacimiento de Jesús, el Dios humanizado que encendió para la humanidad, de modo definitivo, la antorcha del optimismo y la esperanza

 

 

 

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