Síntesis de la homilía
Compenetrado por todas las circunstancias vividas junto a Juan el bautizador y compartiendo la actitud de la gente, dispuesta a aceptar los caminos del reinado de Dios,
Jesús ha tomado conciencia de su vocación. Tiene la seguridad de ser llamado por Dios para cumplir un papel en la historia de la creación y del ser humano. Esa convicción lo empuja al desierto. Lejos de todo lo que puede interponerse entre él y su vocación. Su experiencia es la de un ser humano, absolutamente igual a nosotros. Rodeado por fuera y sintiendo también dentro suyo la sugerencias del mal y del bien. Angeles (mensajeros de Dios) por una parte, y fieras con Satanás(el espíritu del mal). La dualidad que señala Pablo descubierta en sí mismo entre el anclaje que esclaviza y las alas que impulsan.(Rom.7) Marcos hace partir desde aquí la respuesta de Jesús a su vocación. Por eso no le importan como a Lucas y Mateo los detalles del nacimiento y la historia precedente de Jesús, tanto en su ser humano como en su procedencia divina (que es primaria para Juan. Desde el desierto, una vez concluida la misión de Juan, mártir del reino y testigo final de las esperanzas proféticas, marcha a Galilea. Y el objetivo de su presencia en la tierra natal, es anunciar una buena noticia. La noticia del amor y la salvación. Que llama a cambiar el miedo por la esperanza, la sujeción por la libertad, el juez por el Padre. Esta es la conversión que realiza el reinado de Dios. Esta es la gran buena noticia. Este es el evangelio, título del libro de Marcos, puesto por el mismo autor: “Principio del evangelio…) que sugiere no sólo un comienzo sino un contenido del escrito.
Allí está Jesús el hombre. Tironeado por sus limitaciones y acicateado por su vocación.