Homilias Dominicales. Domingo 22 de febrero de 2015 – 1ro de Cuaresma. Por Guillermo “Quito” Mariani

TEMA (Mc.1,12-15)

El espíritu llevó a Jesús al desierto donde pasó 40 días y fue probado por Satanás. Vivía entre las fieras y los ángeles le servían. Cuando arrestaron a Juan se dirigió a Galilea a proclamar la buena noticia de Dios diciendo: Se ha cumplido el tiempo y está cerca el reinado de Dios. Arrepiéntase y crean la buena noticia.

 

Síntesis de la homilía

Inmediatamente después de haber clarificado su conciencia de tener una vocación para instaurar los principios de una sociedad distinta y nueva, Jesús es movido interiormente para internarse en el desierto. Lejos de toda influencia o vigilancia de poderes. Observando la austeridad en la alimentación con los escasos frutos del desierto, la convivencia con los animales y con todos los acompañantes de la naturaleza que estaban a su disposición como mensajes del Dios por el que sentía llamado. Los simbolismos son muy claros. Los 40 días rememoran los 40 años del peregrinaje de Israel antes de llegar a la tierra prometida; las pruebas protagonizadas o personalizadas por Satanás hacen alusión a las pruebas de Israel en el largo camino, hambre, sed, agresividad de las fieras, maravillas de la naturaleza como el maná y la vertiente de la roca. Todo esto integrado como en un panorama global, para entrenarse, desde la vivencia y el razonamiento; (espiritualidad) para la misión a cumplir.

La prueba de que la realización de su cometido revolucionario iba a experimentar dificultades, comenzó de inmediato. Juan su antecesor y compañero de ideales había sido arrestado por el poder romano. Galilea, su provincia, le resultaba entonces más familiar y acogedora. Allí se dirige para comenzar anunciando la gran novedad de la buena noticia de salvación. Una novedad que implicaba no sólo una esperanza de acción divina sino una responsabilidad de asumir sin mezquindades las exigencias provenientes de los valores del reino nuevo. El de la sociedad fraternal naciendo y creciendo de la conciencia del amor de Dios Padre.

El ambiente ecológico del desierto sin alteraciones de la intervención humana, indica desde el comienzo la integración cósmica en la visión de Jesús, favorecida por el clima de la soledad, los animales, los recursos naturales y su manera de aprovecharlos.

La figura de Satanás (el que figura en el libro de Job para solicitar permiso para probar si era realmente justo, con terribles acontecimientos), aparece aquí también personificando las tentaciones (conmociones interiores) que sufrió Jesús, durante ese tiempo, de “retiro espiritual”, diríamos.

En realidad, las tentaciones nunca serían tales si nos llegaran como elaboradas por un personaje tan tétrico como Satanás. Lo son precisamente porque llegan por las experiencias normales y cotidianas a través de las creaturas de nuestro entorno.

Aunque la liturgia católica ha aprovechado este relato (común a los tres sinópticos aunque sólo Marcos las mencione como inicio del período del desierto y Lc. con Mt. Al final) para introducir un período de arrepentimiento de pecados y penitencia, el sentido más profundo es el del desierto de Jesús. Tiempo para estudiar la realidad y repensarla en función de los que consideramos valores personales y de relación que edifiquen nuestra personalidad y nuestra colaboración a la felicidad común.

 

 

 

 

 

 

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