Domingo 5 de octubre de 2014  – 27 durante el año litúrgico (ciclo “A”). Por Guillermo “Quito” Mariani

Tema : (Mt. 21,33-43)

Dijo Jesús a los ancianos del pueblo: “Escuchen otra parábola: Un hombre poseía una tierra y allí plantó una viña: la cercó, cavó un lagar y construyo la torre de vigilancia. Después la arrendó a unos viñadores y se fue al extranjero. Cuando llegó el tiempo de la vendimia, envío a servidores suyos para que percibieran los frutos. Pero los viñadores se apoderaron de ellos y a uno lo golpearon, a otro lo mataron y a un tercero los apedrearon. El propietario volvió a enviar otros operarios en mayor número, pero los trataron lo mismo. Finalmente envió a su propio hijo pensando. Pero los viñadores pensaron “este es el heredero, vamos a matarlo y así nos quedamos con su herencia” Y apoderándose de él lo echaron fuera de la viña y lo mataron. Cuando vuelva el dueño ¿quçe les parece que hará con aquellos viñadores? Le respondieron: “acabará con esos miserables y arrendará su viña a otros que le entreguen los frutos a su debido tiempo” jesús entonces agregó ¿no han leído nunca en las Escrituras “la piedra que los constructores rechazaron ha llegado a ser la piedra angular: esta es la obra del Señor, admirable a nuestros ojos? Por eso les digo que el reino de Dios les será quitado para ser entregado a un pueblo que le haga producir sus frutos.

 

Síntesis de la homilía

Ya sabemos que los relatos evangélicos datan de tiempos muy posteriores a los hechos que relatados y tienen una intencionalidad que los haga provechosos a las comunidades destinatarias en primera instancia. También nos enseñan los estudiosos de la Biblia que las palabras atribuida a Jesús responden en mínima parte a las que él pronunció. Las precisiones que en este relato tienen las afirmaciones de la parábola de Jesús, no son profecía de futuro sino hechos atestiguados muchos años después de sucedidos. Así se explica que los ancianos del pueblo no se dieran cuenta de lo exacto que era el discurso de Jesús anticipándose a sus intenciones de eliminarlo, y por ese motivo respondieran condenándose a sí mismos.

La parábola describe no sólo lo sucedido con los profetas rechazados de diversos modos por el pueblo y finalmente también con Jesús el hijo privilegiado de Dios sino que anuncia también la conducta que seguirán los poderosos del mundo que muchas veces explotando las riquezas naturales de la tierra se creen dueños exclusivos y absolutos y no tienen reparos en desalojar, despojar, torturar y hasta dar muerte a los que reclaman los frutos que pertenecen a todos los hijos y servidores del Dios creador y padre.

Para la interpretación de la Iglesia católica, el “otro pueblo” de que habla la parábola es ella misma institucionalizada con fortaleza excepcional y perdurable a través de la historia por veinte siglos. La realidad objetiva nos pone, sin embargo, ante una falta de entrega de frutos a la humanidad e incluso de adulteración de esos frutos, que es causa de que el tesoro del mensaje de Jesús y el reino presentado e inaugurado por su historia entre nosotros, no le pertenezca a ella ni exclusiva ni siquiera mayoritariamente. En confesiones cristianas y aun en perspectivas absolutamente distintas de la tradición judeo-cristiana, abundan las personas y grupos que han aportado importantes beneficios para la sociedad, a veces con entrega de la vida de sus testigos, haciéndola crecer en la perspectiva del reino proclamado por Jesús de Nazaret.

Y esa realidad, resulta un verdadero desafío para quienes con distintos niveles de adhesión y de juicio crítico seguimos integrando su estructura. Que con la elección de Francisco I se haya dado un paso para recomponer con mayor acuerdo con el mensaje cristiano, la estructura de esta Iglesia, no significa que esté todo hecho. Hace falta todavía una mayor adaptación a todos los signos positivos que se han ido dado en el mundo, desde la ciencia y las experiencias sociales, para que el mensaje liberador y plenamente humano de Jesús de Nazaret rinda los debidos frutos-

 

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